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Una Intrahistoria

Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas” (Mc 6).

Cada penitente una intrahistoria. Cada uno con su vida a cuestas, haciendo camino. “Su pueblo en marcha”. Ella era un nazareno más, como estos de aquí. Bosque de capirotes. Iba por la vida con la humildad que Jesús pedía a sus apóstoles, apenas sin pan, sin alforjas y sin dinero. Era antigua como la que más y no necesitaba cargos, bastones ni martillos. Un cirio para alumbrar a su Esperanza era su mayor deseo. Cada año recogía la túnica como el más preciado tesoro. “Gracias señorito, gracias señorita, gracias, gracias, gracias” con lágrimas en los ojos. Pedía permiso para guardar la túnica en el bar de un familiar porque temía que se la robaran. Tenía poco, casi nada, pero cada día llevaba una rosa a los pies de su virgen. Era Conchi, cofrade anónima, persona entrañable, fiel devota, nazareno ejemplar, “sal de la tierra”. No hará más caminos en esta vida, pero seguro que los hará desde el cielo. Descansa en paz, hermana.

Carlos I. Álvarez Cazenave es abogado. Síguele en Twitter: @cazenavealvarez