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El pan nuestro de cada día

Vidas divergentes en un instante mismo. La familiaridad del que se siente partícipe y se preocupa por iluminar su camino frente a la búsqueda curiosa del que le gustaría estar al otro lado pero se debe al deber. El muro metálico que separa lo terrenal de lo divino. El sudor del trabajo frente al sudor de la túnica cubierta de sol. La mirada obstaculizada contraponiéndose a la visión nítida de la madera divina. Un cruce simbólico entre dos lunes: el Santo y el humano. Ambos rezando por el pan nuestro de cada día.

“¿Querrá Él que esté aquí?” se preguntan los dos en ese cruce de caminos. Cada uno con su penitencia. Cada uno con su mirada. Cada uno con su momento.

Cada uno con su vida .

Miguel Díaz Muñoz es médico de urgencias. Síguele en Twitter: @MiguelPureza